Solo hacen falta unos minutos en un foro como Reddit (sitio web comunitario estadounidense de debate y noticias sociales) o en los comentarios de un vídeo de TikTok (aplicación china de vídeos cortos y creativos) para darse cuenta: cientos de personas publican fotos de su pecho formulando una pregunta simple y llena de ansiedad: «¿Es grave mi pectus?».
Detrás de esta pregunta aparentemente ingenua, se esconden en realidad preocupaciones complejas:
- «¿Tener un hundimiento en el pecho es peligroso para mi salud?»
- «¿Es normal sentir vergüenza de mi pecho?»
- «¿Puedo o debo operarme?»
Un tema recurrente en las redes sociales
La ansiedad visible en las publicaciones
La pregunta «¿es grave?» aparece con frecuencia porque refleja una necesidad de validación. Las personas que descubren esta deformidad torácica buscan saber si requiere atención o tratamiento. En una época dominada por las imágenes, esto suele traducirse en la publicación de fotos en foros como Reddit (en subforos como r/pectusexcavatum) o en vídeos y hashtags especializados de TikTok.

La tendencia a “puntuar” el pectus
Otro comportamiento muy común en redes sociales es querer puntuar o clasificar la profundidad del pecho hundido. Esta necesidad de evaluación es muy frecuente:
- es una manera de poner palabras a una sensación difusa,
- puede tranquilizar o, al contrario, aumentar la ansiedad,
- se busca saber si se está “dentro de la normalidad” o si es necesario actuar.

Pero esta tendencia puede ser engañosa. Un tórax en embudo puede parecer “leve” visualmente y vivirse como algo muy difícil, o al revés. Además, la comparación constante con los demás suele generar más culpabilidad que soluciones.
El índice de Haller: una medida útil pero incompleta
Al igual que puntuar la apariencia del pecho hundido, compartir el índice de Haller es muy común en internet.
Algunos médicos utilizan el índice de Haller (cálculo realizado en un corte de escáner, basado en la relación entre la anchura del tórax y la distancia mínima entre el esternón y la columna en el punto más profundo de la depresión) para evaluar la profundidad del hundimiento. Cuanto mayor es el índice, más pronunciada es la depresión, en teoría.

Sin embargo, un índice alto no implica necesariamente molestias, y lo contrario también ocurre. Esta herramienta es un indicador morfológico más entre otros, y no puede determinar por sí sola si tu pecho hundido es “grave”.
Gravedad estética, médica y psicológica: tres realidades distintas
Gravedad estética: lo “leve” para uno puede ser insoportable para otro
Algunas personas viven perfectamente con un pecho hundido marcado, mientras que otras, con una forma más moderada, pueden sentir:
- vergüenza al desvestirse,
- un profundo malestar corporal,
- rechazo a exponerse socialmente (playa, deporte…).
La gravedad estética merece ser tomada en cuenta, ya que condiciona la calidad de vida cotidiana. Está reconocida por todos los cirujanos, independientemente de la técnica utilizada.
Gravedad psicológica: invisible… pero a veces la más pesada
En muchos pacientes, el esternón hundido se convierte en un punto de fijación mental. Afecta:
- a la confianza en uno mismo,
- a la relación con el propio cuerpo,
- a la vida afectiva o sexual.
A veces, los dolores que sienten están relacionados con un sesgo de consulta, como explica el Prof. Laurent Brouchet, jefe de cirugía torácica del CHU de Toulouse:
«Desde un punto de vista observacional, cuando examinamos a un paciente con pectus, en general no encontramos trastornos cardiorrespiratorios particulares. Puede haber un malestar cardiorrespiratorio psicológico, que a menudo es la manera de que los niños pidan a sus padres acudir a consulta; funciona como un mecanismo de defensa psicológica y puede manifestarse como dolor o disnea».
Añade: «Las compresiones cardíacas están descritas en la literatura, pero son relativamente raras y, en toda mi carrera, he visto un caso. Las verdaderas compresiones cardíacas son poco frecuentes y se estudian mediante resonancia magnética en cardiología. Siguen siendo un evento excepcional. En mi experiencia, uno de cada 400 o 500 casos».
Aquí tampoco hablamos necesariamente de un peligro para la salud física, sino de un impacto real en el bienestar mental.
Gravedad médica: ¿cuándo existe un impacto real en la salud?
Existen casos extremos en los que trastornos cardiorrespiratorios demostrados desde la infancia (insuficiencia cardíaca o respiratoria) pueden llevar a considerar una corrección ortopédica invasiva de la caja torácica.
«El pectus no representa ningún peligro ni riesgo vital. En casos raros puede haber consecuencias cardiorrespiratorias, pero es algo anecdótico. El principal impacto es en la calidad de vida de los pacientes, a nivel estético y psicológico».
¿Hay que esperar a que sea “grave” para actuar?
Exceptuando casos extremos con trastornos cardiorrespiratorios, no existen “casos graves” de pecho hundido en el sentido de una urgencia vital. Y este quizá sea el mensaje más importante. Existen soluciones adaptadas a cada situación.
- En los más jóvenes: la vacuum bell, una campana de aspiración externa, puede remodelar la caja torácica si se utiliza temprano, de forma regular y bajo supervisión médica.
- En caso de molestias funcionales demostradas por una batería de pruebas: la esternocondroplastia, una cirugía ortopédica mayor, puede considerarse.
- En caso de molestias puramente estéticas o psicológicas, sin síntomas médicos: la colocación de un implante 3D a medida, una opción mucho más ligera, permite restaurar la apariencia del pecho en una sola intervención, sin osteotomía ni inmovilización.
Que no sea “grave” o que no represente un “peligro” no significa que una operación de pectus excavatum no sea legítima. Sentirse mal con el propio cuerpo no es una debilidad; es una realidad que merece ser escuchada.
Entonces, ¿cómo saber si un pecho hundido “merece” operarse? Respuesta: en cuanto exista molestia, sea del tipo que sea.
Conclusión: la verdadera gravedad es no escuchar lo que sientes
La gravedad de un tórax en embudo no se mide solo por la profundidad del hundimiento ni por un índice en un escáner: se mide por su impacto real en tu vida —social o deportiva—, en tu confianza y, en definitiva, en tu bienestar.
Si te preguntas «¿Es grave mi pectus?», quizá ya signifique que te molesta de alguna manera. Y esa molestia merece ser escuchada.
No esperes a que un médico te diga que es grave para permitirte hablar de ello.
Pide una cita. Haz tus preguntas. Expresa lo que sientes.
Es el primer paso hacia una solución adaptada a tu situación.

